Mi vida transcurrió en la provincia constitucional del Callao. Por ello, mi nostalgia se agudiza cada vez que piso el puerto, a tal punto que mi memoria retrógrada actualiza los recuerdos de antaño. Estos me hacen sentir feliz y me dan vida para seguir viniendo a respirar la humedad de su historia y de su gesta heroica.

Mi siempre grito ‘Chim…Pum…Callao’ lo llevo grabado y tatuado en mi corazón. Aunque me encuentro lejos, mis pensamientos viajan hacia el puerto y al aeropuerto, lugares donde entregué mis años de vida trabajando en una agencia de aduana, hoy extinta. Siempre lo dije y lo seguiré diciendo: «El Callao es la puerta más grande para entrar al Perú», sin desmerecer sus fronteras norte y sur.

El Callao es lo máximo y, a pesar de que su gente nos muestre a otra generación, siempre seguiremos siendo una misma raza, aunque vengamos de otro lado. Hoy, los nuevos hijos del puerto respiran otro aire y echan nuevas raíces para ver crecer sus riquezas naturales y pronto alcanzaremos el primer lugar turístico del Perú. Refiriéndome, por lógica, a sus dos hermosas islas ubicadas frente al puerto: San Lorenzo y El Frontón, sueño que pronto veremos realizado los chalacos, por nuestra ardua gestión política, social y cultural.

Quiero recordarte con una pequeña poesía, escrita hace más de 30 años y que hoy yace impresa en uno de mis libros: Mis amigos los ángeles: El Ángel del Puerto del Callao.

¡Chim…Pum…Callao!
En sus 182° aniversario de autonomía política.