Llegó el día no esperado, en que saliera rumbo al Sur. Nuestros ancestros me esperaban atentos, ansiosos. Era finales del mes de setiembre de 2013, mes de la patria en un bello país centroamericano. Altos espíritus evolucionados me acompañaron en el viaje con un gran guerrero maya llamado ‘Tulio’, hombre silencioso que en todo momento observaba con detenimiento mis pasos, quien tenía una plática muy amena y me hacía recomendaciones de lectura, como El Sueño de los Justos de Francisco Pérez de Antón, novela histórica que narra el inicio de la revolución liberal de 1871. Luego, pude darme cuenta de que era un mensaje de preparación y que me fue dada la enseñanza para conocer  ‘La Antigua Guatemala’.

Mi primera parada fue en la ciudad capital, que me recibió con los brazos abiertos. Migración y aduanas abrieron paso de inmediato para conocer las primeras calles y quedar hospedado en la zona 10, y luego contratar un tour a Tikal, cuna de la civilización de los mayas, conocido en su tiempo como Yax Mutul. La tribu me hizo el llamado y con valor en mano viajé ocho horas hacia la isla de Flores, Petén, situada al noreste de Guatemala, donde pernocté un día. Al día siguiente no pude dormir, conmovido de pensar que en el trayecto posterior, de dos horas de viaje al parque nacional, tendría el encuentro con los grandes espíritus maestros. En el restaurante del hotel, el café  me supo a gloria y el pan ni se diga, con un sabor extraordinario que por la mañana me complacía a más no poder, con el supremo éxtasis de querer estar frente a las grandes pirámides. Sin hacer comparaciones con otras existentes en el mundo entero, Tikal es una ciudad maravillosa. Hoy, le doy la razón a una arqueóloga americana que conocí hace dos años en la playa de Champoton, Campeche, cuando decía: «No he visto algo igual en mi vida, es majestuoso».

Las ansias me comían cuando llegamos al parque nacional Tikal, mis ojos abiertos como la lechuza sin pestañear, sintiendo un clima tropical y contemplando una selva húmeda, con una temperatura aproximada a los 35 grados centígrados. Un camino trillado nos esperaba, el cual recorrimos por más de cuatro horas para conocer la gran ciudad de los mayas. Lo que pude ver no tiene explicación, si no la satisfacción de poder vivir y de haber estado allí. Como dicen por ahí: «¿Quién me quita lo vivido? ¿Quién me quita lo bailado?». Aquí están algunas fotos que he seleccionado:

Al retornar nuevamente a la casa de mi gran amigo vip en la Capital de Guatemala, un delicioso desayuno caliente me esperaba en el antecomedor de su cocina, lugar ameno para platicar de la excursión, degustando con exquisitez su plena atención (como la noche anterior, en la que disfruté de unos ricos tamales de papa y tamales dulces de anís, con un champagne rosado de extraordinaria calidad). Después de tener la barriga llena, se me alegró el corazón con  la grata noticia que me diera: una invitación a conocer la ciudad de La Antigua Guatemala. Así, después de dos horas de viaje en coche, llegué a ver la herencia colonial que legaron los españoles en aquel país centroamericano. Bajo las faldas del Hunahpú o volcán de agua, mis pupilas se recrearon al ver la arquitectura de las casonas antiguas de aquella época que bien conservadas se encontraban, mis pies flotaban al caminar las calles y las banquetas empedradas lucían lustrosas por el paso del tiempo. No dejaba de suspirar ni un instante, hasta que me encontré parado y en medio del zócalo, casi frente a la catedral, llamando mi atención el antiguo mercado. Corrí a visitarlo, impulsado por saber y/o conocer más de sus raíces, así como para buscar alguna curiosidad para comprar y llevar.

Había muchas tiendas de artesanías, pero elegí solo un puesto dentro del mercado, y no salí de ahí porque un fuerte dolor de cabeza irrumpió mi tranquilidad. Una fuerte voz retumbó en mis adentros diciéndome: ‘Te estaba esperando gran varón’, e inmediatamente identifiqué la señal, era del último mandatario de los ‘maya-k iche’, era nada más ni nada menos que Tekun Umam, quien me entregaría la daga de jadeíta en la fiesta de San Miguel Arcángel. Recuerdo su aroma con el fuerte viento en la pirámide del sacerdote en Tikal, preparación que me hizo para entregarme en La Antigua Guatemala, lo que ya me había sido anunciado; un nuevo poder. Dirigirse al siguiente artículo; http://ivanrivoin.mx/2013/06/el-secreto-de-una-daga/

Y esta es la historia de los Mayas, Tekun Umam y la Daga.