Tocó un muñeco castaño la puerta de mi casa y llegó con su propia fiesta en mano, porque de su bolso sacó una lata de cerveza para darse valor y así hablar y contar parte de su triste vida. En bata y casi húmedo del baño atendí a tan inesperada visita, quien irrumpió mi rutina y de lo cual no me arrepiento. Su apelativo familiar ‘Titino’ y el del trabajo ‘American Power’.

Desesperado, llorando y cargando consigo seres del inframundo estiró sus manos, porque solo quería un abrazo de tranquilidad, y su bello rostro me gritaba buscando la paz. Su espalda, poseída por un enorme gigante de carga que mermaba su peso, agudizándole sus dolores; sus manos, atadas por la venganza de equivocarse en el pasado, en búsqueda del verdadero amor y sus plantas, enterradas por el odio de quienes no merecen vivir en este planeta, provocándole la muerte con la vil miseria del alcohol.

La ansiedad se manifestaba con esporádicos temblores en su cuerpo, su cara se transformaba en una bestia, síntoma que indicaba que estaba poseído y en su lucha interna por salir de él mismo, pedía a gritos que Dios lo curara. Fue todo tan rápido pero, a la vez, largo y cansado. De repente me enseñó las muñecas de sus manos (en algún tiempo se había cortado las venas), motivo suficiente para hablarme de sus frustaciones, de sus conflictos de relaciones interpersonales y de su baja autoestima. A todo ello, se sumaba la depresión que lo seguía, día a día, por el desorden de su vida.

La sesión espiritual se inició con poca concentración, la luz de la veladora roja parecía que no estaba encendida, comencé a sentir asco, mareos, vómitos, el vientre se me inflamó, empecé a temblar pero por mi mente solo se registraba que quería ayudar. Pedí el auxilio a San Miguel Arcángel y a todos sus ejércitos de alta luz, logrando con las espadas abrir sus siete chacras y su corazón. Titino lloraba pidiéndole ayuda al Supremo Creador para que lo sacara del encierro donde estaba y renunciaba al pasado para empezar una nueva vida, ofreciéndole una manda por los demás.

Todos los días lloro porque aún estando en estado de gracia estoy en estado de shock, no sé lo que sucedió, solo sé que en las manos de Dios todos estamos y no sabemos si el día de mañana nuestra vida dé un giro de ciento ochenta grados. Solo Él lo sabe y hoy quiero mantenerme firme en la obediencia de seguir ayudándole. Solo Dios dirá.

Titino, una vez más te digo que jamás estarás solo, porque tú eres nuestro American Power.