LA ROSA DE TU JARDIN

Madre santísima, solo necesitamos un  milagro…

Este viernes 7 de mayo te apareciste majestuosamente una vez más en mi vida, fue una ceremonia tan especial y perfecta, que solo el verdadero Dios lo puede hacer con sus  propias manos; y es que ya no estaba solo, tú elegiste a otro de tus hijos, que con tu dulzura de madre celestial hiciste bajar del cielo ese gran milagro, entregándole la «rosa mística» en sus manos.

Fueron tus manos que se extendieron y muchas lágrimas corrieron al ver tu grandioso cariño, al sentir tu divina presencia, tu paz infinita, haciéndose presente amigos, conocidos y parientes.  Mis ojos vieron tus ángeles descender anunciando tu llegada, con el sonido de melodías celestiales, elevadas por un brillo absoluto de sus trompetas doradas.

Madre santísima, solo necesitamos un milagro…

Nos hablaste como habla una madre buena llena de amor, nos dijiste tantas cosas bellas, que solo recuerdo lo siguiente: «vengo a cumplir se haga la voluntad de mi hijo Jesucristo». Nos diste muchas dádivas, pero la más hermosa fue para tu nuevo hijo,  a quien se le daba un nuevo espíritu, y que de él dependía dejar sus ropas viejas con su pedimento en una humilde veladora tierna.

Este domingo 16 de mayo también suma 7 y no hay casualidades, sino causalidades, como la medalla milagrosa que en su pecho impregnaste; como a San Miguel Arcángel, que lo lleva en su cartera; como tantas cosas hermosas y buenas que recibirá en su onomástico por su nueva vida venidera.

Madre santísima, solo necesitamos un milagro…



Un comentario

Daniela

17 junio, 2010 a las 17:51

Que hermoso saber de la gracia infinita de Dios. Hermoso, motivante y la alegría de sentir las bendiciones de un nuevo espíritu. Una vez más cómo siempre, no cabe duda que quién busca la luz de Dios, es bendecido. El amor en un nuevo espíritu recibido… Me hace sentir y recordar que el abandono a Dios, nos incita sólo al crecimiento en cuerpo, pero sobre todo en alma y espíritu que Dios espera de nosotros. ¡Que Dios te acompañe y te bendiga en este cambio de ropas viejas, por tu renovación y dicha! Un abrazo.

Sabeís a quién dirijo mis palabras, ojalá se las puedas compartir

Dios te bendiga Iván

Daniela.

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