Este mes quiero dedicar mi canto y mi poesía a la tierra que me vio nacer y crecer, quiero recordarla siempre hermosa, bella e inigualable, y desde esta parte del continente norteamericano  proclamar su grandeza, su poderío, su señorío.

«Patria bendita-patria bicolor, que entregaste almas con dolor, tu sabor a tierra fresca con brisas de ríos y mar, que canta a Dios con los pregones de nuestros negros, y danzas como la cordillera de los Andes desde la ciudad sagrada de Caral».

«Patria bendita-patria bicolor, que derramas sangre día a día por las injusticias de la ambición, pasión  desenfrenada de hombres impíos que solo quieren tu actual destrucción».

«Patria bendita-patria bicolor, desde lejos pero siempre cerca estoy, y hoy te digo que somos muchos los que nos uniremos  para no dejarte  morir sin razón».

«Patria bendita, patria bicolor, eres mi única esperanza. Patria bendita, roja y blanca, eres mi única inspiración».

Aunque no nací en la Provincia Constitucional del Callao, me siento orgulloso de decir que soy chalaco, fueron 27 años de mi vida que me cobijó el puerto, tierra de grandes músicos,  cantantes, escritores y poetas. En mi barrio de La Perla, cómo olvidar a uno de los grandes compositores: Don Manuel «Chato» Raygada Ballesteros,  con su vals  ‘Mi Perú’, que se ha convertido en el «Himno Peruano» que es cantado con mucha nostalgia por los cientos de millares de peruanos distribuidos en varios países del mundo.

Por eso hoy quiero rendir homenaje a los verdaderos peruanos que hacen historia, para quienes su única arma es  su pañuelo blanco, al que agitan hasta el cansancio, zapateando la candela y moviendo las caderas con cadencia, danzando hasta que muera la maleza, pisando la cañabrava  para sus humildes casas, tocando las chajchas en las alturas, tirando la atarraya  al mar y atrapando el sustento que solo Dios nos ha de dar. Esta es la raíz verdadera del  Perú que nunca morirá, esta es la vida de los peruanos que siempre prevalecerá.