Y SOLO FUERON 21…
La cita era al mediodía, para dar inicio a la bendición del manto sagrado, y veintiún fueron mis pacientes congregados, llamados para recibir majestuosa bendición. Hincado y de rodillas inicié la oración, elevando mis brazos sin medir la fuerza de mi voz, hasta que del cielo bajó la orden de mi Señor, autorizándome a tomar asiento en el banquillo de su elección. Sumiso y obediente procedí a entregar mi alma, corazón y vida, hasta que perdí la razón. Recuerdo que vi bajar el espíritu de Dios, en forma de una indescriptible paloma, que explotó lleno de luz. Los presentes (distribuidos […]