A partir del 13 de marzo se acentuaron las especulaciones en torno a la profecía del nuevo sucesor de Simón Pedro y bajo la lupa de Nostradamus (profeta que tuvo la visión acerca de la llegada de un papa de color en el siglo XXI, que anunciaría el fin de los tiempos), no es implícito determinar en qué año sería. Si bien es cierto que al superior de la Compañía de Jesús se le conoce bajo el nombre de ‘papa negro’, no significa que es y será el fin de los tiempos. No obstante, el que tiene la última palabra es nuestro Creador y no los hombres que estuvieron en este mundo, y menos los que cuentan con una precaria evolución espiritual.

Se seguirá hablando del tema, hasta pondrán pasajes bíblicos queriéndoles vender o conquistar para ir a una nueva propuesta religiosa. En estos tiempos, la población mundial ya no cae en los juegos de competencia religiosa. Una cosa son las iglesias e instituciones en su cuerpo material y otra es el cuerpo espiritual, que es lo que nos interesa. Al Creador no se le convence con mentiras, a Dios se le alaba y bendice día a día, por el regalo de vivir en esta vida. Nadie podrá decir que estamos en el Apocalipsis, porque las catástrofes y el caos siempre han existido en la Tierra, es un planeta que tiene vida y que para eso fue hecho. No especulemos y pongamos palabras en nuestras bocas que no son ciertas, no sugestionemos al mundo con nuestras pobrezas espirituales, trabajemos con la oración y pidamos sabiduría para que algún día, no muy lejano, hagamos de la Tierra un planeta de justicia, de oportunidades, de igualdades; donde no haya enfermedades y, en un futuro, alcancemos la perfección.

Bien sabemos que el Vaticano está en la mira del mundo y los ateos (porque les importa mucho Dios); así como de los seudosocialistas (en vías de extinción), quienes comenzaron a atacar al nuevo pastor de la iglesia católica y, con sus cortos talentos, nacieron para echar la culpa, sacando a relucir su pasado gris (dicen que es su libre expresión). No importa el nombre, ni el país de origen, es el nuevo Papa Francisco quien guiará a la Iglesia Católica. Un hombre como todos los hombres  ‘imperfecto’. Con una sencillez (nada característico de los argentinos) apareció en la Basílica de San Pedro, y pidió a la multitud expectante una oración por su antecesor Benedicto XVI y por toda la hermana humanidad. Mi reconocimiento a su gesto de humildad, nobleza y fraternidad.

«Su Santidad Francisco, levante bien esa cruz, que nosotros le damos la bienvenida a su nuevo Misterio Divino. Tenga por seguro que nuestras oraciones serán las armas para que venza al enemigo, con la esperanza redentora de nuestro Señor Jesuscristo y el manto celestial de María Santísima. Que la fuerza del Creador transforme el viejo orden para que se dé inicio al verdadero camino de fraternidad, y que la renovación sea el cambio a la nueva vida que todos esperamos y la luz que soñamos».