Renuncio a tus caprichos mentales porque no nací para competir sino para amar. Lamento mucho que te hayas confundido, pero estaba perfectamente escrito que me ibas a perder. En estos momentos, el silencio es lo mejor para mí y es el tiempo la mejor medicina para los dolores que atravesarás. Es necesaria esta muerte, pues te equivocaste al rivalizar con dos poderes que ya nunca jamás estarán.

Miro hacia atrás y veo los muchos años que pasaron, y yo resistiendo hasta el final sin ser tu rival.

Entregué a mi Señor el amor de mi vida y así lo preferí, antes que vivir solo esta prueba que me causaba tanto dolor. Prefiero vivir sin ti. Sabemos que el mal seguirá disfrazado de palomas negras y no dejarán de hacernos daño. Sin embargo, es justo y necesario que esto suceda, porque solo así desde nuestros mundos veremos su crudelísima fatalidad,  antes que llegue el próximo huracán.

Miro hacia atrás y veo los muchos años que pasaron, y yo resistiendo hasta el final sin ser tu rival.

En esta dura prueba he decidido continuar buscando la paz y la tranquilidad sirviendo a los demás. No quisiera caer en tu cuenta de ser un rival, que me quedó marcado por epítetos familiares y de amigos que hicieron mofa del poder de quien por todo se vive. En sus míseras mentes tentados fueron para ver diarquías, pruebas que contagiaron tus ansias de pasiones carnales con tu siempre soberbia y vilipendios.

Miro hacia atrás y veo los muchos años que pasaron, y yo resistiendo hasta el final sin ser tu rival.

Lamento mucho haber caído en tu magia y nunca imaginé que el amigo y hermano se convirtiera en mi enemigo, tan solo por haber desobedecido la divina voluntad. Me entristecen tus pruebas de laberinto, pero la claridad que irradiaba tu espíritu se apagó en tu rivalidad.  Feliz me encuentro en un perfecto estado de gracia, sin dolor, sin llanto, sin desasosiego, sin enfermedad, sin nada de nada.

Miro hacia atrás y veo los muchos años que pasaron, y yo resistiendo hasta el final sin ser tu rival.