CAYÓ EL CUARTO Y EL QUINTO.
«Escoria es su corazón, más vil que la tierra su esperanza, más abyecta que la arcilla su vida, porque desconoció al que le modeló a él…» (Sabiduría, 15:10-11)
Hoy tocó el turno al cuarto y al quinto con sus veladoras. La casualidad los orilló a caer uno tras otro, mas no guardan relación el uno con el otro. No hay ninguna diferencia en ellos; mientras uno mata con su revólver en mano, el otro mata con su ponzoña, diciéndose a sí mismo que no es malo. El caso es que se revirtieron los papeles y las fuerzas del bien, en comunión con la de nuestros antepasados, los ataron poniéndoles esposas en sus manos.
Nunca serán libres porque verdades no hay en ellos, mienten con sus predicciones ficticias y como poco hombres se ganan el pan de cada día con engaños a la gente, sin el sudor de sus frentes. No tienen nada de sabiduría y su ignorancia queda exhibida ante la opinión pública, señalados como embaucadores y representantes no dignos de una pobre nación.
Uno se dice ser fabricante de obras, pero su cerebro gris está lleno de inmundicia y sus trazos son copias, como calcas, de los verdaderos planos del arte citadino y del urbano. El otro es una lengua viperina nacida en la otra mitad de la sangre que no conozco ni deseo conocer, porque la carroña jamás tendrá la capacidad de escribir e investigar, porque nacieron de la corrupción para ser depredadores de sus propios nombres y apellidos. Sus pensamientos caminan en falso, construyendo hoy por hoy castillos en el aire.
Bien sabemos que todo tiene un precio. El revólver se quedó sin balas y las ilusiones del algarrobo se esfumaron de la noche a la mañana, convirtiéndose en un misterio extranormal. Así como vino, se fue. Sus corazones se plasmaron en una pintura vítrea y el calor tomó venganza hasta desaparecerlos, para nunca más volverlos a ver porque desconocieron al que les modeló y por tal motivo su castigo llegó.
Agonizando está la última veladora y qué doloroso será verla chimuela, sin su escultural sonrisa, postrada en una alfombra de quinta. De esta manera, damos por casi finalizada esta narrativa gótica.