TU SANGRE MILAGROSA, A LOS PIES DE TU AMADA SANTA MARÍA DE GUADALUPE
Fue un lunes 4 de febrero de 1985 cuando S.S. Juan Pablo II visitó, por primera vez, el puerto del Callao y yo apenas contaba con 23 años de edad (véase la foto en la parte superior, a la izquierda, vestido con camiseta azul). Cómo olvidar dicha concelebración de la cena eucarística con motivo del encuentro con los enfermos y los ancianos en el Perú, junto con el Monseñor Ricardo Durand Flórez, el R.P. Harold Marlow Corriere y una gran comitiva que estuvo conformada por la guardia del Vaticano y del Estado que recorrieron los hospitales de la localidad.
En aquel entonces, salir en la televisión nacional con esta imagen, era un privilegio y no se podía negar. Desde ahí sentí el verdadero llamado de nuestra amada Virgen María, que hasta la fecha se sigue manifestando en mí.
El otro llamado fue el lunes 25 de enero de 1999 en México, en su cuarta visita pastoral, cuando tuve la fortuna de ser invitado al Estadio Azteca a participar en el encuentro con representantes de todas las generaciones del siglo y en la celebración de la fase conclusiva de la Asamblea Especial por el Sínodo de las Américas, mensaje que se emitió a todo el continente americano por un enlace satelital.
Este pasado miércoles 17 de agosto de 2011 llegaron a la Ciudad de México las reliquias del beato Juan Pablo II, que consisten en una cápsula de cristal que contiene una muestra de su sangre, que fue extraída antes de morir, una figura de cera hecha por manos mexicanas y otros objetos personales. Las reliquias estarán expuestas en las plantas de su siempre amada Virgen «Santa María de Guadalupe» del 25 de agosto al 8 de setiembre de 2011, para luego hacer su recorrido de peregrinación por cien parroquias hasta diciembre próximo.
Siempre manifesté en mis pláticas que no hay casualidades, sino causalidades. Indudablemente desde pequeño sentí el llamado, porque todo mi rededor fue siempre obedecer a nuestro Creador, y es mi fe que me sostiene, que me mantiene vivo en la lucha y en la búsqueda constante del verdadero Amor. Por estas razones y muchas más, dedico esta página a mi recordado y siempre amado Juan Pablo II, por elegirme esta semana para dar su mensaje a todo el pueblo que Dios me dio, que a muchos moverá su corazón, obrando milagros en cada uno de ellos.
En este mi pequeño homenaje, quiero recordarte con esta hermosa canción que la escuchaste cientos de veces en tu recorrido por esta tierra. Con esta letra te digo: «Mil gracias por estar conmigo».