«NUESTRA CORONACIÓN DE ESPADAS»

Y fue el martes 15 de junio de 2010 a las dos de la tarde, cuando Dios marcó se abriera el templo de San Miguel Arcángel en Acapatzingo, Morelos. Contemplando una nave con bóveda, nuestras rodillas cayeron frente a su imagen austera, nuestras cabezas se inclinaron al recibir al príncipe de la huestes celestiales, con su poderosa defensa de un verdadero arcángel guerrero, y con su espada de fuego.

Vi descender al verdadero protector de los cristianos y mis ojos espirituales se cegaron al ver tanta luz blanca; mientras que a cada instante mi compañero solo suspiraba y bostezaba, eran los precisos momentos en que el ejército de San Miguel Arcángel, en una magna ceremonia, nos revistió de armadura y nos coronaron con unas espadas. Sin embargo, realmente no entendía nada, solo sabía que el día y la hora marcada fue dada por nuestro omnipotente Creador.

Nuestros llantos se confundieron en un jardín etnobotánico y mientras estábamos sentados en un árbol, vino a mi mente una gran luz que nos rebeló que las marcas son símbolo de un regalo divino, que tendremos grandes enemigos que vencer y batallas que pelear, donde tendrán dolores y tormentos que hasta la muerte les alcanzará.

Y fue así, como nuestras alegrías se hicieron una gran alianza bajo la sombra de enormes y bellos árboles de raíces profundas, como los ahuehuetes y los amates.

«La noche está avanzada. El día se avecina.  Despojémonos, pues, de las obras de las tinieblas y revistámonos de las armas de la luz»

Epístola a los Romanos 13:12



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